Hoy, Doña Chuy de los tamales sigue llenando mesas y corazones con su sazón, demostrando que en cada bocado hay historia, esfuerzo y amor por lo nuestro.
En Ixtla, un rincón con encanto de nuestro Apaseo, nació una tradición deliciosa gracias a una historia sencilla y llena de corazón.
Todo comenzó un Día de Reyes, cuando a Doña Chuy, como cariñosamente la conocen, le tocó llevar los tamales a la escuela. Las mamás, al probarlos, no pudieron resistirse y le preguntaron si los vendía. Ella, con una sonrisa, respondió:
“No, son para los niños… pero si quieren, el sábado les hago y ya les vendo.”
Desde entonces, cada semana, el aroma de sus tamales se convirtió en parte del encanto de Ixtla. Hechos con maíz que ella misma cosecha —blanco, negro o rojo—, sus tamales llevan el sabor auténtico de la tierra apaseense.
La gastronomía apaseense tiene nombre, rostro y sabor…Y en Ixtla, ese sabor tiene nombre de mujer: Doña Chuy, la de los tamales.



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